III Ciclo Jovenes Flamencos de Madrid

Montse Cortes

Una de las cualidades que adornan este ciclo que empieza a consolidarse y que ha cubierto etapas en muchas partes del mundo, es el equilibrio con que ha sido concebido. No en vano, detrás del mismo está el nombre de Paco Ortega, reputado compositor y productor con mucho camino a sus espaldas y que ha declarado, en la previa, que se trata de un ciclo “para un primer acercamiento al flamenco”. Para ello convoca, día por día, a talentos de cada una de las disciplinas del flamenco y de todo lugar, siendo la característica común de casi todos una notable carrera profesional que, no obstante, aún no ha dado como para conocimiento del gran público. Por eso resulta curioso ver en cartel a Montse Cortés, que no es precisamente una recién llegada al flamenco, si bien tanto su voz, como su aspecto, tienen un barniz juvenil que resiste los envites del tiempo.

Y de qué manera canta esta mujer, que consume el oxígeno de cualquier auditorio. Desde luego que no fue su mejor noche, pero Montse Cortés es siempre muy flamenca en directo. Montse es el flamenco trémulo. Su voz es potente y maleable, de fino metal, que truena a lo alto y susurra a lo bajo en el mismo tercio. Estuvo atinado Paco Ortega cuando, en la presentación, comentó que una de sus cualidades más sorprendentes es la capacidad de “crear” mientras canta -por algo es devota de Camarón, cuyos matices cantaores asoman por sobre los suyos-. Pero, al final, ella es mucho más que “camaronear”, es un sonido que sólo a ella pertenece, que embarga por lo dulce o quiebra por la llaga. Al final, es una emoción, y ya está.

Pese a que cierta desorientación parecía reinar arriba -y abajo- en cuanto al discurrir del propio espectáculo, el poderío de Montse diluía cualquier improvisación, y tanto ella como el resto de artistas fueron jaleados de continuo por el público.

La noche tuvo muchos referentes, entre mujeres y hombres, todos flamencos. Así, en la vidalita con que abrió el concierto fue Marchena la obligada referencia. Reposando los tercios y ya dando muestras de por dónde quería llevar su voz, que sin embargo por momentos parecía rebelársele. Las cantaoras jerezanas le susurraron la seguiriya, a la que los músicos imprimieron un tempo ardiente –estilo antiguo, y cada vez más moderno. La Repompa de Málaga fue la que inspiró los tangos de vibrante ritmo sostenido por la sabia percusión de Bandolero. En un receso, el taranto solista de Paco Heredia fue estilísticamente cercano al toque gitano de Tomatito, ejecutado con matices, limpio de fraseo y armónicamente muy logrado.

Tras escuchar la voz de Montse Cortés y el sólo instrumental de guitarra y percusión, subió al escenario la tercera y última pieza de puzzle de la actuación; el bailaor Nino de los Reyes, que sustituía al anunciado en el cartel, Alfonso Losa. Arranca con bravura conjugando un gran dominio de zapateados y movimientos, “pisando el polvillo”, al más puro estilo gitano. El bailaor muestra unos sólidos cimientos técnicos al no bajar el ritmo de los protagonistas de esta puesta en escena: sus pies, en sintonía con movimientos de su cuerpo y sus manos, que hacen de esta bulería un regalo para nuestros ojos.
Lo siguiente fue el homenaje, como primicia del disco que está preparando Montse Cortés, a Tina, ex componente del exitoso grupo Las Grecas caída a golpes de vida. El recuerdo para ella fue por rumbas-tangos, con el que el público vibró por la popularidad de las canciones. En las siguientes bulerías Montse se acordó de Camarón de la Isla, quiso lucirse y su voz metálica adoptó letras y giros del mítico cantaor de La Isla.

La despedida fue por soleá. Volvió al escenario Nino de los Reyes, quien nos hizo llegar el flamenco a un ritmo más pausado, por soleá. En esta ocasión, el bailaor representa con marcajes los movimientos corporales, dando mucha fuerza a la expresión de las manos y el rostro y rematando con escobillas y zapateados que nos hacen levantar del asiento a los allí presentes. Sin duda encandiló al público con un baile desgarrador pero muy elegante. Nino se vació literalmente y el público lo reconoció con efusividad.

Mención especial para Bandolero, capaz por sí solo de llenar de música un teatro y que dio cuerpo y densidad decisiva para la brillantez de este espectáculo que abrió la III Sangre Nueva Jóvenes Flamencos de Getafe.


Juan Jorquera / Lara Katia Arrobas, le 22/02/2013

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Equipe artistiqueMontse Cortés, voz
Paco Heredia, guitarra
Bandolero, percusión
Nino de los Reyes, baile

III Ciclo Sangre Nueva Jóvenes Flamencos, Getafe, Madrid, 22 de febrero de 2013, 21 horas.
Aforo: casi lleno

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