Andrés Peña & Pilar Ogalla

Por buen camino

La concepción del espectáculo, en la danza en particular, va más allá del mero baile. Son muchos los factores que intervienen en el proceso creativo. Algunos, incluso tan importantes como la danza en sí misma, puesto que influyen de una manera u otra en la propia concepción coreográfica. Desde un guión o un libreto, una puesta en escena, una dirección de luces o un diseño de sonido. El cómputo de todos ellos elevan o condicionan el montaje de cualquier obra.

Por eso, es reseñable que Andres Peña y Pilar Ogalla se hayan rodeado de un elenco técnico-creativo para llevar a escena ‘El aire que me lleva’, nueva obra que los bailaores gaditanos estrenaron en el Teatro Villamarta el pasado 25 de febrero, y que dejó múltiples detalles no vistos en montajes anteriores. Y mucha culpa de ello la tiene David Montero, director de escena con los que estos jóvenes pero experimentados artistas han querido dar un paso más en sus producciones. De ahí que se viera un guión más definido. Un hilvanado musical más complejo o una puesta en escena más trabajada, pero a la vez bañada de simpleza gracias a la batuta del joven director sevillano. Tan sólo un pero, la iluminación, que estuvo por debajo de las intenciones.

Seis movimientos. Seis tipos de viento. Seis maridajes musicales. Comenzando por la farruca en un paso a dos asimétrico de los bailaores como carta de presentación. Trenzada por la trompeta de Lipi Calvo que nos trasladó hacia la seguiriya de Andrés Peña. Copando parte de la escena que prolongaría Pilar Ogalla más tarde por soleá. Con un discurso cortés y preciso. Aunque un tanto imbrincado en parcelas de espacio bastante limitadas.

Ambos bailaores iban entrelazando cada escena. Dando continuidad a la obra por milonga solapadas con tangos argentinos metidos por bulerías. Reseñando ese viaje de ida vuelta que los artistas nos plantean en esta obra. Siempre al marchamo del aire de la tierra. Y con artistas invitados tales como Jesús Bienvenido, que incidió con esas intervenciones sureñas. Con David Palomar y El Londro aportando el toque flamenco bajo los acordes de Javier Patino y Ricardo Rivera. Despacito y a compás, como el cimbrear de Pilar Ogalla por tangos.

Aplomó Andrés Peña en la bulería al golpe. En el sitio. Derramando entrega. Mientras que la proyección de la flor de los vientos reposaba sobre una alfombra persa que simbolizaba el movimiento.

Vuelve Bienvenido con la ranchera, para transitar lentamente hacia el fandango. Con una Ogalla plagada de expresividad y delicadeza. Canta la otra invitada. La voz negra de Esther Weekes. Momento en el que el bailaor jerezano se disfrazó de Fred Astaire para poner la nota humorística de la obra. Tan sólo unos minutos. Antes de pasar hacia el martinete. Con el que refrendó su actuación en solitario.

Para concluir. Ambos protagonistas por cantiñas y bulerías. Vuelta a casa tras un largo recorrido.


Carlos Sánchez, le 25/02/2012

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