Los Campallo sacaron Sevilla a escena. La Sevilla de raigambres familiares, la de los clanes flamencos. La Sevilla de barrios, esa que no se forma tan solo en las academias. Empezaron los tres al unisono y al unisono terminaron. Porque el espectáculo, Sangre, es un espectáculo donde bailan Adela y Rafael, pero también es un espectáculo en el que Juan Campallo lo llena todo con su música. Esta sangre es sangre de tres, diga lo que diga el programa de mano. No veía a Rafael desde aquel Al compás de Soler de la Bienal de 2010 y A Adela la había disfrutado en un baile que nada tenía que ver con el de anoche. A Rafael lo vi mucho mas maduro, mas seguro y con muchas ganas de pasarlo bien, a Adela mucho mas "antigua" con un peso escénico grande, casi convertida en directora de escena.
Juan por su parte navegó entre el clasicismo y la vanguardia en las composiciones que junto a David Vargas ha creado para que calcen exactamente en los zapatos de sus hermanos. Y esa fue la tónica general del espectáculo, una mezcla de tradición y actualidad bien equilibrada, sin estridencias, con una Adela que bailó para comérsela por caracoles y un Rafael que lo bordó por Farruca y en unos tangos que sonaban en una radio añeja.. Con ambos bien coordinados en el paso a dos por soleá y sueltos en las bulerías.
Además nos regalaron a un Enrique el extremeño que se lució por soleá, a una Carmen Ledesma con la que un servidor pierde el norte cada vez que la ve, bailó por bulerías como solo saben las flamencas viejas, no puedo ser objetivo con ella. Y además una emocionante aparición de Jose Antonio Ruiz, que pese a su retiro sigue demostrando estar en forma para el baile y que protagonizó uno de los momentos mas sentidos y dramáticos de la noche junto a Rafael.
El patrás también se sostuvo con fuerza y el Londro y Jesús Corbacho dejaron claro que están sobrados de tablas.
El espectáculo se sostiene en el baile sin problemas sin embargo no hay tanta consistencia dramaturgica , perdemos el norte y los porqués y paraqués en varios momentos. La iluminación es una delicia y la quiero destacar ya que de momento me ha parecido la mejor trabajada de lo que he disfrutado de Bienal, sencilla y muy efectiva.
Y el espectáculo se resume perfectamente en la última imagen, con Juan en el centro guitarra en mano, Adela a su izquierda y Rafael a su derecha, mientras la voz de su madre suena por fandangos pidiéndoles que no dejen de quererse nunca.