Por caprichos del destino, el pasado Viernes me encontré en la tesitura de tener que hacer la cobertura del espectáculo de Estrella Morente que comenzaba a las 20.30h y del de Chicuelo, Montse Cortés , Manuel Molina y Remedios Amaya, que lo hacía a las 23.00h.
Si uno echaba un ojo al programa de mano se hacia patente que Estrella no iba a acabar al menos hasta las 23.30h y eso me ponía en posición de tener que elegir. Quería además comprender el porqué de las malas críticas generales que el espectáculo de Estrella había suscitado el día anterior. Así que un poco revuelto me senté en el patio de butacas deseando que lo que estaba por venir fuese tan bueno que me despejase las dudas.
Poco puedo añadir o retocar en cuanto al fondo de lo leído a los compañeros de prensa, desgraciadamente. Y mi decisión final fue abandonar el Maestranza a las 22.40h, tras el segundo descanso, para marcharme al Hotel Triana.
Sobre las dos horas que estuve en el Maestranza quiero destacar varios puntos que creo importantes. Estrella Morente sabe de cante y sabe de voz, es indudable. Agarra una malagueña y la pone del revés si lo cree necesario, varía las tonalidades de la voz como le viene en gana y domina el tempo del cante a su antojo.
Esto no quiere decir, sin embargo, que lo que canta le llegue a todo el mundo. A mi en particular no me llegó nada de nada. Eché de menos desgarro, espontaneidad, y el trance que en mi paladar eleva el flamenco a música mágica. No acierto a disfrutar de un lirismo al que le sobran calidades técnicas y le falta corazón. No disfruté de la búsqueda de la voz de Enrique en los tonos graves, parecía que no cantaba ella, no se escuchaba a Estrella Morente por ninguna parte, sino a una cantaora obsesionada con la experimentación y alejada de su centro emocional. Y el flamenco sin emoción no es mas que una exhibición estética. No encontré vinculo con un magistral Pepe Habichuela y para finalizar a lo que se refiere a su repertorio flamenco tampoco ayudó que dejase en el aire el remate de los cantes por granainas o malagueñas. Vamos, que no me gustó el recital.
No es la primera vez que escribo sobre Estrella y creo que lejos de haber mejorado mi opinión de su cante, ha empeorado bastante. Se va alejando de unos terrenos en lo que el quejío formaba parte de su propuesta y ahonda en una apuesta por el lirismo aflamencado y sobre todo por una puesta en escena que raya el divismo.
Sobre el resto de lo que pude y quise escuchar, debo decir que me sentí absolutamente afortunado de poder escuchar a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en directo. Tanto en las piezas de Turina como en las canciones populares que musicase Federico García Lorca y que Estrella acompañó interpretándolas de forma notable. Mi aplauso estuvo dedicado a cada uno de los músicos que nos embelesaron y que merecen el reconocimiento individual y colectivo que parece estar reservado a tan solo a unos pocos privilegiados.
Estrella Morente es según lo que rezaba el programa de mano la figura mas importante del cante femenino actual, algo en lo que difiero frontalmente, y que creo una falta de respeto a las demás cantaoras, no solo a las de renombre. La propuesta flamenca de Estrella palidece a mi entender ante la que en la actualidad ofrecen otras artistas, véase Marina Heredia, La Tremendita, Rocio Márquez o Mayte Martín, por poner algunos ejemplos. Esta falta de humildad es la que creo que le sobra a la Morente y la que no solo no es criticada sino que se alaba y se fomenta cuando se habla de ella. El programa de mano pretendía que ochenta músicos tuviesen menos valor que una sola cantaora, pretendía que creyéramos que una orquesta sinfónica acompañaba a una voz y no a la inversa. De hecho la foto de la Orquesta que ilustra mi crítica no pertenece al espectáculo, ya que en el área de prensa de la Bienal no hay ni una sola foto de la ROSS. Mientras se fomenten este tipo de egos, mientras nos alejen del trabajo colectivo y el valor de la música compartida, seguirá siendo mas importante que hablemos de que Estrella salió a cantar con un capote dorado y negro a que hablemos de una propuesta compacta y real sobre las tablas.
Pero posiblemente y teniendo en cuenta que el Maestranza se llenó dos noches seguidas, a pesar de los precios, debo estar totalmente equivocado en mis postulados.