Como viene siendo habitual, el Festival de Jerez, dedicado plenamente a la danza y baile flamenco, reserva un lugar privilegiado para la guitarra. La vertiente más mermada en los últimos tiempos en este evento debido a la desaparición de ciclos como el ‘Café cantante’ que tenía lugar en las Bodegas Apóstoles de González Byass. En esta ocasión, el artista privilegiado fue el guitarrista Gerardo Núñez. Que vino a reivindicar sus raíces con ‘Made in Jerez’. Un concierto con el que quiso convidar a sus paisanos a imbuirse en su mágico diapasón. A través de una sonanta de muchos quilates. Plagada de música. De melodías. De armonías. Desparramando técnica y habilidad a espuertas. De sabiduría apelmazada por la propia trayectoria del artista, marcada por su interés en empaparse de otras músicas y compartir experiencias con artistas de diversa índole. Y lo hizo con el repertorio al que nos tiene ya demasiado acostumbrados. Y con sus inseparables Cepillo, a la percusión, y Pablo Martín al contrabajo. El resto de la terna la completaron la jerezanía de la sonanta de Manuel Valencia y la garganta de David Carpio; y el cante de Rafael de Utrera. Como artista invitado, el bailaor Alfonso Losa. Que para la ocasión sustituía a la habitual Carmen Cortés.
El guitarrista jerezano nos regaló composiciones de ‘Andando el tiempo’ o ‘Flamencos en Nueva York’, entre otros. Entre bulerías, alegrías o minera. Entre improvisaciones Martín Vs Cepillo. Entre mano a mano por tonás de David Carpio y Rafael de Utrera. O entre pinceladas lineales de baile. Con una puesta de escena rutinaria. Sin propiciar ni distintos climas ni diferentes ambientes que hicieran regenerar la vista al espectador. Sólo su música. Su toque. Su virtuosismo.