Eva Yerbabuena

Apariencias

© Óscar Romero / La Bienal de Flamenco

Eva sacudió anoche los cimientos del Maestranza, propuso un espectáculo de tal calibre que salió coronada del teatro. "Apariencias" lo tiene todo y todo bueno. Eva ha sabido canalizar sus fortalezas y debilidades y dotarlas de un sentido escénico sobresaliente. Imprime una verdad tan elocuente en todo lo que expresa que facilita un nexo emocional muy directo entre su baile y el corazón de quien lo disfruta.

"Apariencias" quiere descontextualizar, desenfocar, sacar al flamenco, al arte, al baile, de su compartimento estanco, de la casilla que se le ha asignado social y culturalmente. Y lo hace de manera efectiva y brillante. Es de suponer que aquellos que en pleno 2016 aun encorsetan nuestro arte como si estuviésemos en los años cincuenta, anoche lo pasarían realmente mal. Porque tuvieron que bregar con el chirrido electrónico, la batería, la voz foranea de una descomunal Alana Sinkëy, las formas contemporáneas, la herencia de Omega...

Vamos, con lo que viene siendo el flamenco actualmente. Los ejercicios de ortodoxas camisas rasgadas se caen en el momento que ese titán que es José Valencia canta por malagueñas envuelto en el sonido del siglo XXI. No hay purismo criticón que se sostenga ante el despliegue de jondura de la petenera de Tejada, mal que les pueda pesar a los "guardianes de la fe", que la sonanta de Paco Jarana anduviese juguetona y con ganas de explorar lo desconocido.

Este "Apariencias" merecería un estudio pormenorizado, un artículo tan solo para la magistral coreografía del mantón, otro pàra cada uno de los exquisitos números individuales que Christian Lozano,David Coria,Fernando Jímenez, Ángel Fariña y Lorena Franco nos regalaron.Una mirada para las coreos grupales, originales,frescas,sorprendentes.Una reseña para el trabajo de luces,sobrio y extenso a la vez. Un análisis para la proyección del desastre social que es el planeta tierra sobre un capote torero, blanco inmaculado. Las mascaras, los círculos, la ausencia de pelo, la silla sin respaldo,las dos bailaoras enfrentadas,la voz portuguesa...

Y en el final, cuando todo estaba en órbita, toda apariencia sacada del tiesto, Segundo Falcón, David Lagos, Jeromo Segura, Moi de Morón y Enrique el Extremeño, si como lo leen, cinco cantaores se unen a Alfredo Tejada, a Torombo y al gigante Valencia para rematar una soberbia soleá con una ronda infinita de letras por bulerías. Y Eva en medio, como la entronizada señora del baile flamenco.

Yerbabuena deja el listón altísimo, deja un espectáculo que un servidor ya atesora como uno de esos que narras a la gente durante años. Creo que ninguna puesta en escena me había impactado tanto desde aquel "Oro Viejo", de la otra reina del baile flamenco actual. Cuando ves que los cantaores arrastran sus sillas al unisono, respiran y se sientan justo a la vez en dos lugares distantes de la escena, entiendes el trabajo de dirección, el cuidado y el mimo que una producción necesita para que llegue de una manera tan fluida y tan luminosa al público. Yo aun ando sonriendo con la sensación de que el flamenco es una belleza, un milagro, a pesar de los apoltronados censores de la libertad, la fusión y la vanguardia. Precisamente los elementos que parieron y que tejen el alma de nuestro arte grande.Mil gracias Eva.


Javier Prieto, le 12/09/2016

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