Una actuación sin ruidos ni estridencias. Juan Carlos Romero hiló fino para tejer un tapiz con todos los colores de la guitarra. A medio camino entre su nuevo trabajo "El agua encendida" y el anterior "Romero", el onubense comenzó por seguiriyas acompañado por Tino Di Geraldo al pandero. Un trabajo exquisito en la medida de los silencios y los cortes, amén de un imponente muestrario técnico.
Por bulerías, Juan Carlos se dejó guiar por las voces corales de Carmen Molina, Mercedes Amador y los "Mellis", en un tiempo suave, reposando el compás. "Hasta que tú llegaste la tierra no fue redonda" decía la letra de "El agua encendida", que el "Pulga" de forma emotiva acopló a un tiempo de soleá de Juan Carlos. Tabla hindú y una búsqueda poética de los medios tonos, con una dedicatoria previa que el guitarrista dejó a su mujer y su hijo. Juan Carlos aprovechó una anécdota para dedicar "Portalillo de zapatero" a Manolo Sanlúcar, que se encontraba en la platea. Tiró del hilo de su ovillo, como le dijese el maestro, para colorear la noche con aires alegres. Digno de mención el trabajo de Tino Di Geraldo, no se puede tocar más haciendo menos ruido.
Triste, casi desgarrada la soleá "Como un aceite lento" que dio paso a unos fandangos de luto por Paco Toronjo, que el guitarrista le dedicó en su anterior trabajo. Una delicia en la voz de Carmen Molina, con cambios de ritmo muy llamativos y un final alosnero donde el violín y el coro de voces se dieron la mano en la "Calle Real".
Y en la búsqueda de caminos, Juan Carlos nos dejó unas alegrías donde cada falseta estaba amarrada con un hilo al clasicismo, y acabó enebrándolo todo entre alzapúas y bordoneos. Otra lección técnica.
Las bulerías rítmicas "Sube la marea", dieron lugar a varios picados y a un muestrario de paisajes melódicos con unos cierres perfectamente manejados. "Nana del sur", dedicada a su madre y cantada por ella misma en el disco, puso punto y final al concierto de forma oficiosa. Tras los aplausos, Juan Carlos volvió con todo el grupo a escena para interpretar por tanguillos "Casa bigote", dedicados a Isidro Muñoz. Aires joviales de Cádiz para que el "trabilitran", ahora sí, cerrase la noche.